¿Cómo crecemos empresarialmente?
Hablar sobre el crecimiento empresarial suele involucrar muchos tintes ideológicos, con mucho sentido, por cierto; enajenados por nuestra tendencia a creer que las cosas funcionan únicamente como nuestros pensamientos dan a entender. La caja se ajusta para mostrarnos como crecer dentro de ella y nos volvemos extraordinarios en el desarrollo de estrategias para el desenvolvimiento interno. Mejorarmos en logística, mejoramos en números, producción, ventas, tendencias y prácticamente todo aquello formulado dentro de nuestros estándares a alcanzar. Ya sea como CEO o como un colaborador, crecer se vuelve complejo cuando debe pensarse fuera de la caja.
¿Qué es pensar fuera de la caja? Aprender a destacar de forma diferente a la acostumbrada. El pensamiento divergente se caracteriza por la capacidad de pensar más allá de lo básico, o de lo que se tiene presente a simple vista. Un caso práctico al respecto es una empresa que no logra expandirse con su propia capital, que se encuentra estancado, pero que no desea caer en el caso clásico de solicitar un préstamo a un banco. Aquí, por ejemplo, ellos podrían no haber pensado en la posibilidad de unificarse con otras empresas para desarrollarse adecuadamente.
Cada caja tiene sus propios límites y cada situación conlleva un conjunto de reglas y parámetros generalmente autoimpuestos cuando hablamos internamente y potencialmente impuestos cuando son externos. La magia del pensamiento fuera de la caja consiste en fabricar estrategias de pensamiento que puedan llevarnos a esos puntos externos. No existe, como tal, alguna manera no adecuada de pensar fuera de la caja, ni tampoco el integrante que no pueda aportar a este rendimiento. Cualquier buen movimiento puede favorecernos y por eso es importante ubicar lo mejor de cada parte de la estructura y todo el personal.